lunes, 9 de enero de 2012

Los tres lobitos y el cochino feroz

En esta versión del cuento tradicional, ocurre una genial inversión de personajes: esta vez, el malvado es un cochino feroz que sopla y resopla hasta derribar las casas de los tres lobitos, recurriendo a medidas aún más drásticas cuando la cosa se pone difícil.
Había una vez tres tiernos lobitos de piel mullida y rabos de pelusa que salieron a recorrer el mundo. 
Se construyeron entonces una espléndida casa de ladrillos rojos y amarillos. Mamá loba les había advertido que tuvieran mucho cuidado con el cochino feroz que merodeaba en los caminos. Y efectivamente, cuando vio la casa de los lobitos sopló y resopló y logró derribarla. Ellos siguieron construyendo casas de materiales cada vez más resistentes, pero el cochino feroz seguía derribándolas con sus soplidos. Finalmente a los lobitos se les ocurrió una gran idea: Construir una gran casa de flores.

El cochino feroz es vencido por la dulce fragancia de la casa de flores que los lobitos han construido.
Las ilustraciones de Helen Oxenbury resaltan el tono jocoso e irreverente de este espléndido homenaje a uno de los clásicos de la literatura infantil.
Y hablando de esos lobos que no muerden y de esos corderos con pellejo algodonoso e inofensivo, pero interior interesado y mezquino, aquí les dejo el libro.
Título: Los tres lobitos y el cochino feroz
Autor: Eugene Trivizas
Ilustraciones Helen Oxenbury
Traducción Alex Dearden.
Caracas: Ediciones Ekaré, 2004 

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